, ,

Victor Taricco

De cabeza contra las cámaras

La relación entre Néstor Kirchner y los medios nunca fue fácil. Tampoco con los periodistas. Como buen animal político que era, el hombre veía política en todos lados y sabía también cuanto podían erosionar una gestión de gobierno un par de tapas de Clarín o un papelón en el programa de Tinelli.

Kirchner fue testigo, como gobernador de una provincia periférica, de ese fenómeno tan característico de los `90 que la academia llamo “de la plaza a la tribuna” o cuando la TV comenzó a ponerle a la política no solo su intermediación para volverla masiva (más masiva de lo que pueden entrar en una plaza o un acto), sino también sus ritmos y sus formatos. De la plaza a la tribuna reconfiguraba tanto a los políticos imponiéndoles discursos cortos, la liviandad de temas y la obligación de gustar y entretener; pero también al pueblo volviéndolo público o audiencia.
La farundalización de la política, que vino a cerrar el círculo de la influencia de los medios en el accionar político, tenía como escenario privilegiado y medio legitimador a la televisión. Por eso ese 25 de mayo, con ese cabezazo contra una cámara (de un fotógrafo en realidad pero la idea es pensar una metáfora no una acción real) NK pondría en escena lo que sería algo de su política hacia los medios. La confrontación, ir de cabeza contra aquellos que intentaban condicionarlo, pero también ir de cabeza para descentrarlos, correrlos del centro del dispositivo de la política y sacar, en ese movimiento, la política de la tribuna para volverla a llevar a la plaza.
El presidente ya no sería abonado al programa de algún operador político, como Menem en Tiempo Nuevo, o jugaría su candidatura en un programa de alto rating como De La Rúa. Kirchner obligó a los medios a correr detrás de él. A ir a los actos a escucharlo, a conocer su palabra y su posición en un territorio que le era propio. Kirchner con los medios jugó a ser siempre local. De esta manera la política recuperó para sí la autonomía de formas, de tonos y de contenidos, que en estudio de televisión no podían ser leídos de otra manera que como tedio o aburrimiento.
Después vendría la intención de construir un acuerdo con el decreto 527/2005 o la pelea de fondo como fue la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Pero al principio hubo un gesto, hubo un error, una herida en la frente, un desatino, pero también, y nos daríamos cuenta con el tiempo, el inicio de una nueva relación entre política y comunicación.

0 comentarios:

Publicar un comentario