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Fermina, Daza

Por @YoFermina

Cuando asumió Néstor yo tenía solo 17 años. No había terminado el secundario. Tenía siete materias por rendir. Me quería matar. Nunca me había llevado nada. Mi cabeza giraba en torno a salir al mundo laboral, una relación complicada y buscar la manera de terminar el secundario lo más rápido posible. Mis 17 años no tenían política. Entré a trabajar a una heladería, recuerdo. La pasaba un poco mal ya que trabajaba muchas horas, trece horas para ser más exacta. Luego cambié de trabajo mientras seguía intentando rendir materias. Seguía sin política en mi vida. No me interesaba. Era algo ajeno, me parecían todos unos chantas. Miraba Mtv, salía mucho, dormía poco y eran contadas las veces en que pensaba cosas que eran realmente importantes.

Finalmente, luego de tres años, pude finalizar el colegio, privado, el cual me enseñó poco y nada, y me anoté en TEA. Llegué con un bagaje bastante pobre, lleno de baches, sin intereses, poca literatura y mucho miedo. ¿Por qué les cuento mi historia educativa? Porque creo que en definitiva son las bases. Las raíces. La cuestión es que mis raíces no fueron fuertes y, tal vez por eso, nunca me había interesado en la política. Me senté en el banco y me di cuenta que no tenía idea de por qué estaba estudiando periodismo y mucha menos idea de quién eran los personajes que se nombraban en clase. Entré en pánico. Comencé a estudiar, a leer, a informarme casi de manera desesperada. Me di cuenta que estaba completamente indefensa en un mundo de la información que me iba a comer cruda.

Ahí comencé a darme cuenta de la importancia que tenía todo lo que alguna vez me quisieron robar. A medida que pasaban los meses, y me iba informando, me fui dando cuenta que algo en todos los años que tenía no había funcionado bien. Yo, como tantos otros, mamé los 90 y puedo decir que Menem me cagó la infancia. También puedo asegurar que Néstor la levantó, Cristina la limpió un poco y juntos la sentaron a tomar la leche con el himno de fondo. Esa es la sensación que me dan estos ocho años. La escena: Una mesa. Un himno. Un café calientito. Un nene haciendo la tarea. Una madre que llega de trabajar y un padre que se va a trabajar. También hay otro escenario, que está latente y es el más triste: Las villas. La tristeza de los chicos comiendo en la basura. Las familias en la calle. Los cartoneros. Los nenes drogándose porque tienen hambre. Pfffff. Miles de cosas horribles. No quiero que piensen que somos ciegos. Pero es ese el escenario que Cristina quiere cambiar. Lo sabemos nosotros, los que militamos para que este modelo se profundice y crezca. Lo que tenemos que lograr es que, los que no lo saben, empiecen a darse cuenta. La finalidad del Gobierno es mejorar.

Sabemos que nos falta muchísimo, pero estamos cada vez más cerca.

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